No debería sorprender que los sacerdotes de vez en cuando necesitan tiempo para recargarse de energía y que lo hacen fuera de su ministerio. Incluso lo vemos en la vida de Jesús, quien “subió al monte a solas para orar” (Mt 14,23) y “se pasó la noche orando a Dios” (Lc 6,12) después de intensos momentos de enseñanza y ministerio.
Sin embargo, lo que sí puede sorprender a algunos es que no se trata meramente de una decisión personal o un lujo para los obispos, sacerdotes y diáconos – es un requisito de la Iglesia.
La Iglesia requiere dos tipos de retiro: un retiro de al menos cinco días para los candidatos de cualquier grado del orden (diácono, sacerdote u obispo, cf. CDC 1039) antes de su ordenación, así como retiros espirituales anuales para todos los clérigos “para poder alcanzar esta perfección”, es decir, la santidad a la que están llamados a buscar en sus vidas (cf. CDC 276).
Para mí, estos momentos de retiro son indispensables y algo que siempre espero con ilusión. Hago un retiro anual con mis hermanos obispos y, normalmente, también un retiro personal.
Cada año, tengo el privilegio de acompañar a los sacerdotes de nuestra arquidiócesis en un retiro. Dedicamos tiempo para estar juntos en oración y reflexión con el fin de fortalecer nuestra fraternidad y nuestra relación con el Señor. Esta semana viajaremos a Wichita para el retiro anual, y he estado reflexionando sobre lo que hace que estos días sean tan fructíferos. ¿Cuáles son los elementos esenciales de un buen retiro?
Primero, un retiro significa que realmente nos retiramos – que nos alejamos de nuestras responsabilidades diarias para poder estar más atentos al Señor y escuchar su voz.
Al salir de nuestras parroquias o lugares de ministerio durante unos días, nos liberamos de la tiranía de lo urgente para estar más atentos a lo que es verdaderamente importante. En una era de comunicación instantánea y constante conectividad, este tipo de separación es intencionada y nos permite centrarnos más plenamente en el Señor.
Segundo, un retiro requiere de silencio. En el Broom Tree Retreat Center de Dakota del Sur, donde he realizado muchos retiros a lo largo de los años, hay un lienzo en el altar que simplemente dice: “Dios habla en el silencio”. Nuestras vidas están llenas de ruido – desde las noticias y las redes sociales hasta el constante bullicio de la vida cotidiana.
En nuestro retiro anual de sacerdotes, pasamos muchas horas en silencio: apagamos los dispositivos, evitamos conversaciones innecesarias y escuchamos atentamente “la voz suave y apacible” de Dios, como lo hizo Elías en el monte Horeb.
Tercero, un retiro nos sumerge en la vida sacramental y de oración de la Iglesia. Cuando nos reunimos como presbiterio, celebramos la Eucaristía, rezamos la Liturgia de las Horas y pasamos tiempo juntos en Adoración Eucarística. Los sacerdotes también necesitan confesarse, y por eso, en los retiros hay muchas oportunidades para recibir la misericordia de Dios en este sacramento.
Una de las gracias de estos días es un amor renovado por los sacramentos. Los sacerdotes siempre están en riesgo de caer en la costumbre con las cosas sagradas – tratándolas como deberes habituales. En el retiro, le pedimos al Señor que reavive en nosotros el asombro y la gratitud que nos llevaron inicialmente al sacerdocio.
Un último elemento indispensable para un buen retiro es una buena hospitalidad. Las preguntas y preocupaciones mundanas como “¿qué voy a preparar para cenar?” pueden distraernos de nuestra capacidad para centrarnos en el Señor y en su invitación a un encuentro más profundo con Él. Somos bendecidos por poder realizar nuestros retiros en lugares que ofrecen una hospitalidad ejemplar y sencilla, donde sabemos que comeremos bien y encontraremos una habitación modesta pero cómoda para descansar.
Aunque el retiro anual es obligatorio para el clero, puede ser beneficioso para todos aquellos que se toman en serio su fe. Hay muchos tipos de retiros y exhorto a todos los fieles para que consideren dedicar tiempo de manera regular a la renovación espiritual.
Jesús nos invita a cada uno de nosotros: “Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco” (Mc 6,31).
Requiere planificación, establecer prioridades y quizás algún sacrificio, pero al igual que un examen físico anual para el cuerpo, un retiro espiritual fortalece el alma para el largo camino de la fe. Al final, nos acerca más profundamente al amor de Dios y nos prepara mejor para amar a nuestro prójimo.
Sepan que esta semana, mientras los sacerdotes nos reunimos para nuestro retiro anual, estaremos orando por ustedes, así que por favor recen por nosotros.