Como discípulos de Jesucristo, puede que nos encontremos algo conflictuados en esta época del año. Estamos en los últimos días del Adviento y estamos al borde de la temporada navideña, que comienza con la solemnidad de la Natividad del Señor.
En octubre de este año tuve el gusto de encabezar la peregrinación de nuestra Fundación Católica de Oklahoma a Francia y acompañar a nuestros veintidós peregrinos. Una peregrinación es una oportunidad para renovar la fe y fortalecer la esperanza.
Es probable que el domingo hayan notado que el sacerdote de su parroquia no estaba usando el color verde en sus vestimentas, que es el color litúrgico previsto para el Tiempo Ordinario. En esta ocasión vistió de blanco para celebrar la festividad de la Dedicación de la Basílica de san Juan de Letrán.
El calendario litúrgico es el programa de fechas y tiempos de la Iglesia que marcan su ritmo de vida y de fe. La piedra angular del año litúrgico es el Domingo, el Día del Señor, el cual es como una “pequeña pascua”. Tenemos otros tiempos como el Tiempo Ordinario y días como el Miércoles de Ceniza, con el cual comienza el tiempo penitencial de la Cuaresma. Tenemos también el tiempo Adviento y de Navidad, y las fiestas de varios santos que veneramos.
El 22 de octubre celebraremos la festividad de San Juan Pablo II y muy probablemente muchos de los que estén leyendo esta columna tendrán recuerdos personales de su vida, su ministerio y su testimonio valeroso.